Según cuenta la leyenda, en el barrio San Juan de Aranguren, todos los veranos un grupo de vecinos bajaba a la calle a jugar la partida de cartas veraniega a altas horas de la noche. A veces además de cartas había cena o aperitivo, con los consiguientes risas, charlas, ligeras disputas e, incluso algún grito de alegría.
Pues debía ser que esos gritos eran más altos y más molestos de lo que parecían, y más de uno y de dos vecinos se quejaban del ruido de los jugadores de cartas. Así, alguna vez apareció la Ertzaintza por el barrio para poner orden, o para cumplir el trámite, porque una vez en el lugar de los hechos no sabían como actuar, ya que el ruido no era tal.
Además, alguno de estos vecinos tenía el detalle de parar a alguno de los jugadores de cartas al día siguiente o al de un tiempo después, para echarle en cara el ruido de aquella noche, así, por unos motivos y por otros se fue perdiendo la costumbre de cartear en las noches de verano.
Ahora los tiempos han cambiado, y el grupo de gente que trasnocha en las calles del barrio de San Juan son bien diferentes, beben algo, charlan, gritan e incluso bailan, pero ahora parece que ya el resto del vecindario no se siente molesto, ya que, la Ertzaintza no aparece por la zona, y los gritos parecen ser más escandalosos. Y el motivo no es que los vecinos quejosos de antes se hayan mudado a otras tierra, puede que sea porque con el paso de los años hayan perdido audición, o directamente, que el grupo de ahora impone bastante más que el de antes.