Estábamos Fernando Romay, Manel Comas, una pareja de amigos míos y yo mismo cenando en una terraza de Málaga. Veníamos de Vitoria de contaros el Caja Laboral - Bizkaia Bilbao Basket y nos tocaba retransmitir otro partidazo, Unicaja - Real Madrid. En mitad del típico pica pica malagueño suena el teléfono de Fernando. Es José Luis "El Indio" Díaz. A Fernando le cambia la cara, Romay sin sonrisa no es Romay. Al colgar nos dice que algo le ha pasado a Andrés Montes . Los teléfonos empiezan a funcionar, primera llamada a Juanma Iturriaga, comunica. La segunda a Chechu Biriukov, su representante, también comunica. Mal asunto. Al final, Fernando puede confirmar la fatal noticia con un destrozado Itu. Romay se viene abajo, Manel también, a uno se le ponen los pelos de punta, un nudo en la garganta. No tuve el placer de conocer personalmente a Montes, pero alguien que le ha dado tanto al baloncesto me merece todo el respeto y reconocimiento del mundo. Fernando y Manel se ponen en contacto con ex deportistas, entrenadores y periodistas. Todo el mundo llora la muerte del Negro Montes. El camarero se lleva los platos, nos hemos quedado sin ganas de nada. Sólo un café... y una copa, para olvidar... o para recordar. Con el corazón encogido Romay empieza a explicar anécdotas de Montes, se nos humedecen los ojos. Fernando había coincidido con él en numerosos viajes nacionales y europeos con el gran Real Madrid de los años ochenta. Comas trabajó con Montes, ambos, junto a Siro López, retransmitían en Antena 3 radio. Con ellos creció mi generación. Siempre lo he dicho, Pedro Barthe y Ramón Trecet en la tele y Siro López y Andrés Montes en la radio, ellos han sido mis referentes, ellos me hacían disfrutar del deporte que más quiero, ellos me han marcado. De mayor quería ser como ellos.
Manel Comas explicó aquello de "Siro, huelo a paro". Con el gran José María García al frente, la exigencia en aquella Antena 3 radio era máxima. Y al mínimo desliz, el Negro le decía a Siro y a Comas, "huelo a paro". El Sheriff recobraba la sonrisa. Manel y Fernando se emocionaban explicándome un montón de anécdotas con el periodista tristemente fallecido. Yo me guardé la mía. Preferí escuchar aunque ahora la comparto con todos vosotros.
Este septiembre tenía vacaciones coincidiendo con el Eurobasket de Polonia. ¡Perfecto para poder ver cuántos más partidos mejor! En los de España, los que retransmitía Andrés Montes junto a Itu y a Epi, me sentaba en el sillón y ponía la tele a toda castaña. Cuando tienes un peque de un año y medio correteando por el comedor de casa no es fácil concentrarse ante el televisor. Me quedé de piedra cuando un jugador de los nuestros metió un triple acompañado por el clásico RATATATATATA de Andrés Montes, ipso facto, mi hijo levantó los brazos y gritó TATATATATA, el RA no le salió. Da igual. Desde entonces, Pablete cada vez que ve baloncesto en la tele levanta los brazos y grita TATATATATA. Y desde entonces, cuando le pregunta a su madre dónde está su padre, mi mujer le responde que en el baloncesto, TATATATATA. Ésta, como otras tantas palabras y motes, es el legado que nos deja Andrés Montes. Gracias. El basket te debe mucho.